sábado, 25 de abril de 2009

Una noche mágica


Ocurrió un 4 de marzo de 2009. El día parecía uno más, era un miércoles de trabajo en Bilbao, pero había un cierto ambiente de emoción puesto que el Athletic jugaba un partido muy importante en su historia, una semifinal de copa.

En realidad todo había comenzado mucho antes, un miércoles día 29 de octubre en Bilbao, en ese partido el Athletic ganó por 2-0 al Recreativo de Huelva en el primer partido de la copa. En el siguiente partido de la copa el Athletic no falló y eliminó al recre. Lo mismo hizo con Osasuna y Sporting de Gijón, pero Sevilla todos sabíamos que iba a ser diferente, un buen equipo que nos crearía muchos problemas. Y como se pensaba, el Sevilla ganó a la ida por 2 goles a 1.

Retomando el tema, aquél día no parecía ser diferente al resto, pero si lo era, era el segundo partido de la semifinal de copa, casi nada. No se hablaba de otra cosa en toda la provincia: ¿Que vamos a ganar o vamos a perder?

Caminaba por el centro de Bilbao a pocos minutos de que comenzase el partido, buscando un bar donde resguardarme del frío y donde compartir mis emociones con otras personas. La estampa era cuanto menos impresionante: nadie por las calles, todo el mundo dentro de los bares, las calles engalanadas con banderas bicolores, rojo y blanco, y un silencio sepulcral que hacía estremecer a las muy pocas personas que pasaban por allí hasta que un griterío se empezó a escuchar…GOOOOOOOL.¿¿¡¡ El partido había empezado y yo no me había dado cuenta??!! Corrí al bar más cercano y en efecto, no sólo había comenzado sino que había marcado el Athletic en el minuto 3. Comencé a saltar y me uní por unos momentos a la fiesta, pero pronto me volví a concentrar en mi búsqueda. Cada paso que daba era un segundo menos que le restaba al partido y eso unido a los “uys” que no hacían más que corear los que tenían la suerte de estar viendo el partido me ponían muy nervioso. Pero al torcer la esquina encontré el lugar perfecto, un bar de pintxos en el que solo había cuatro aficionados frente a la barra y la camarera. Estando sentado y tranquilo comencé a disfrutar del partido. Ocasión tras ocasión el ambiente se calentaba y se estaba conteniendo y esperaba a explotar de un momento a otro. Y esa explosión llegó en el minuto 34 cuando Llorente metió el segundo. El estadio se oía desde el extrarradio de Bilbao. Mi felicidad iba aumentando mientras mi voz poco a poco disminuía y mi corazón se aceleraba. Sin darme tiempo a celebrar el gol llegó Toquero y me convirtió en una de las personas más felices de la tierra junto con todos los que tenía a mí alrededor.

Sin casi darme cuenta el partido finalizó, pero la fiesta se prolongó por todo Bilbao durante toda la noche. Hasta aquí llego mi experiencia, ya que no pude continuar la fiesta como hubiese deseado, al día siguiente tenía clase, pero la verdad es que me lo pasé genial y será uno de los días más felices de mi vida. Espero que se repita lo mismo el 13 de mayo.

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